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domingo, 20 de enero de 2019

Llueve semen en mi jardín (I)

"Llueve semen en mi jardín" de la antología erótica "Susúrrame entre las piernas"


Capítulo 1: Pre - pucio


Llueve semen en mi jardín, como lágrimas espesas de dolor concentrado, mezclándose con los copos de nieve que caen al anochecer, que, al impactar contra el suelo, suenan como pequeños gritos de auxilio que nadie quiere oír. Me abrazo a la soledad mientras me sacuden los últimos espasmos, que van muriendo poco a poco, hasta abandonarme por completo ante mi deprimente cargo de conciencia. Me despatarro en la cama entre los antiguos vestigios de pasados frenesís onanistas de los que no me separaré jamás, como un cerdo que se revuelca en su propia mierda y disfruta de su inmundicia. Me topo con la suplicante mirada de mi cipote, que me mira con su agujerillo lloroso mientras se desinfla y pierde toda su energía, implorando por una muerte digna y rápida, ya que las esperanzas de tener una vida decente han desaparecido de su mente, mientras se resguarda una vez más en su madriguera acompañado de sus amigas las venéreas. Empiezo a llorar, esta vez por los ojos, sin poder hacer frente al aluvión de mensajes hostiles y deprimentes con las que mi mente me ametralla, demostrando una vez más que no hacen falta enemigos cuando te odias a ti mismo. Me levanto a duras penas de la cama, tropezando con un montón de botellas de whisky vacías y me asomo por la destartalada ventana de mi habitación, que no tiene ni un solo cristal entero. El aire que se respira me sienta realmente bien, me refresca un poco la mente y se lleva consigo mis lágrimas que, aunque sean minúsculas, suponen un peso insoportable para mi alma. Encuentro la compostura suficiente como para salir a la cornisa y tirarme al vacío ayudado por un suave “salta” que mis demonios me susurran al oído, para caer al suelo como un saco desnudo y mohoso lleno de mierda. No muero con el golpe, obviamente, porque saltar de un primero a una montaña de basura no te deja ni un simple rasguño, pero me quedo inmóvil en el suelo, incapaz de mover un músculo por culpa de mi deteriorada salud mental. Mejor. Así me quedaré aquí esperando que la muerte venga a ponerle fin a todos mis problemas. Con el frío que hace en este puto invierno seguro que llega enseguida. Creo que es el mejor plan. Además, empiezo a estar cansado... Voy a intentar dormir un poco...